viernes, 7 de agosto de 2009

La bella frase de Abraham lo vale | Ediciones Impresas Milenio

2009-08-07•Al Frente

Abraham Praijo llegó tarde a la Suprema Corte de Justicia. Venía de Hermosillo y ya no pudo entrar a la sesión en que el pleno de ministros decidiría si la Corte investigaba el incendio de la guardería ABC, donde murió su hija Emilia. Se abrazó con otros padres a la salida. Sería impreciso decir que estaban felices. Abraham mismo encontró la frase justa para valorar la votación a favor, el ocho a tres a favor:

—Es muy importante y acertada. Simplemente el haber visto el rostro de los papás sonrientes al salir ya fue una gran señal.

—Algo más.

—Es el primer caso que veo en México de lo que estamos pidiendo, que es justicia.

Cómo expresarle que no se hiciera muchas esperanzas, porque estos trabajos de la Corte suelen conducir a nada. Cómo hacerle ver que la Corte concluirá que en la tragedia donde murió Emilia no hubo un acto de autoridad, por lo que no habrá autoridad a la que se pueda imputar violaciones graves de garantías.

O argumentar que, en el mejor de los casos, la Corte aportará una impecable síntesis de lo que ya sabemos. O vaticinar que quizá lo más significativo de la investigación sea un riguroso análisis de los convenios de subrogación de las guarderías del Seguro Social.

Pero, sobre todo, cómo atreverme a decirle que la Corte jugó a la popularidad, a la corrección política, a sabiendas de que en seis meses, cuando presente los resultados, lo más probable es que quede como el cohetero.

Guardé silencio. Celebré su bella frase: el rostro sonriente de los papás.

Hay días en que uno agradece el populismo. O, si se quiere, la sensibilidad política para mitigar el dolor. Aunque los populistas sean ocho jueces.
gomezleyva@milenio.com

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